La otra cara de la justicia
188 p.
Nada nuevo bajo el sol. Hay temas que se repiten con extraordinaria regularidad, en la literatura y en la vida. El amor, la ambición, la guerra, la codicia son factores que actúan eternamente, y también la delincuencia. No ha habido nunca una sociedad sin delincuentes, y todas las literaturas del mundo los han retratado en sus páginas. La literatura sobre la delincuencia es, por tanto, muy antigua, variada y extensa. Cubre todos los géneros literarios: poesía, novela, teatro, ensayo... Ha afectado los más diversos tonos: humor, compasión, polémica, sátira, divertimiento; ha sido elogiada como una de las más potentes armas contra la injusticia y la corrupción, y ha sido condenada como un peligroso estímulo para el vicio y el crimen. ¿Por qué se sienten los escritores tan atraídos por este tema? A esta pregunta podrían darse distintas respuestas. En primer lugar, la delincuencia constituye un problema que ninguna sociedad ha podido resolver, y los problemas no resueltos son siempre interesantes. A pesar de tod
o.
lo que han pensado y sugerido filósofos, legisladores y gobernantes, nadie ha logrado desarraigar de la sociedad el crimen, y aunque a veces nos vanagloriemos de nuestros grandes avances en la ciencia y en la sociología, nuestro progreso moral ha sido casi nulo. En este sentido, la delincuencia sigue siendo tema apasionante para el escritor. El escritor, además, tiene ciertas afinidades con el criminal, lo cual le permite comprenderlo mejor que el legislador. El delincuente es una persona repudiada por la sociedad -lo que los ingleses llaman un outsider-, un ser incapaz de conformarse con las leyes que regulan su contorno. Siendo así, el escritor puede contribuir de manera especial y valiosa a los estudios criminológicos. ann MacDermott [Texto de la editorial].
Special access authorizations may apply; please contact us for further information.
-
Informazioni